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El Silvestre de corazón silvestre y noble (Columna de opinión)

No soy Silvestrista, Piterista, Martinista, Oñatista, Diomedista, Zuletista, Villazonista, Churista, Monista, Moralista, ni ningún calificativo que se parezca a fanatismo, inventado por la horda de seguidores de estos grandes artistas, mi único ídolo es Jesucristo. Como amante del vallenato me considero: Folclorista, lo cual me ha permitido cultivar una amistad con todas estas lumbreras de nuestra música, obviamente con algunos más que otros.

A Silvestre Dangond Corrales, lo conocí hace más de 10 años en mi restaurante: Míster Juglar, al cual él como buen comensal concurría, algunas veces con su novia (hoy día su esposa) y otras con amigos, incluso un día estuvo con su pariente, el reconocido médico y compositor Fernando Dangond, se tomó unos tequilas y autografió una de las paredes del negocio, con esta leyenda: “…Yo también quiero ser juglar…” haciendo una inteligente alusión al nombre del establecimiento. Muchas veces coincidimos en distintos comederos criollos de la ciudad, dada nuestra mutua afición a la buena mesa, casualmente hemos dejado de ir a esos lugares, porque ambos somos operados, y ya casi no comemos, las veces que nos encontramos, siempre mostró una sencillez a flor de piel y una calidez sincera, saludando a todo el mundo con cariño, comenzando por mí.

No tuvo una niñez fácil, eso lo sé por amigos muy cercanos a él, sus padres no tenían una buena situación económica y se privaron de muchas cosas materiales y quizás espirituales, era la época de las vacas flacas, sin embargo, el talento innato que Dios le dio, le permitió superar con grandeza todos los obstáculos que la vida le puso, a él, le tocó hacer fila para poder cantar en una parranda, ahora son inmensas las colas de público en donde el “Monstruo de Urumita” se presenta, gran parte de su éxito se debe a la sagacidad y empeño constante de su Manager: Carlos Bloom, quien siempre creyó en su pupilo, se comió las verdes al lado del artista y ahora con justa razón: Se come las maduras. En días pasados, me reuní con dos amigos en común de vieja data: Luciano Dangond y Lalo Gnecco, este último, quizás uno de los allegados que más habla y comparte con el artista en la actualidad, y quien me inspiró para hacerle este pequeño homenaje al divo guajiro, ambos manifestaron su preocupación por las críticas mal infundadas en contra del cantante.

Fuentes fidedignas aseguran que Silvestre mantiene contacto permanente con toda su familia, y que a pesar de los múltiples compromisos, está muy pendiente de todos ellos.Dangond está pagando el precio de la fama, no le perdonan el más mínimo error, muchas veces los medios y los mismos seguidores son injustos con él, quienes conocen bien a este urumitero de origen humilde, coinciden en que es un buen amigo, un excelente familiar y sin duda un músico excepcional, como todo ser humano tiene sus equivocaciones.

Debemos comprender, es un hombre que mueve las masas, un fenómeno mediático con múltiples compromisos, que a veces no le queda tiempo ni para el mismo, en su momento buscará la manera de programar su apretada agenda y poder compartir más con toda su gente.

Encantador, inteligente, carismático, versátil, sensible, innovador, polémico, algo loco e irreverente, pero en fin de cuentas, con un corazón noble y silvestre como su nombre, ese es el Silvestre Dangond que yo conozco, que muy a pesar de la fama y el dinero, procura no olvidarse de su gente y de sus orígenes.

Julio Mario Celedón
El Pilón

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