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Las mafias de los Festivales Vallenatos (Columna de opinión)

Los festivales vallenatos son un como un festín para un grupo de personas que actúan en ellos como aves de carroña en pro del rebusque económico, esto ha conducido a que muchos de estos eventos se encuentren en vía de extinción y estas son algunas modalidades de mafias que operan en ellos:

En muchos casos quienes fomentan la corrupción son los mismos músicos participantes que se dedican a contactar a potenciales jurados para sobornarlos y como dice el dicho “El que busca encuentra” no falta quien les atienda y acepte la propuesta de dádivas o coimas a cambio de un veredicto torcido.

Pero el fenómeno también se da a la inversa, aquel que con credencial de jurado se da a la tarea de encontrar al participante dispuesto a pagar por llevarse uno de los premios ofrecidos y para lograr su objetivo emplea intermediarios o “calanchines” que se vuelven profesionales en la materia.

Es triste tener que aceptar que existe una tercera modalidad en estas mafias que operan en los festivales vallenatos, es decir otro grupo de personas que sin ser participantes ni jurados acuden a este tipo de eventos, solo con el fin de fomentar la corrupción al interior de ellos y así es como opera el fenómeno:

El individuo se encarga de contactar al participante dispuesto a pagar por llevarse un premio y en ocasiones también contacta a algunos miembros del jurado dispuestos a recibir la dádiva, luego entonces tasa su comisión y hace la intermediación, encargándose al final de hacer la repartición del botín.

Existe otra modalidad de corrupción por parte de terceros todavía más avanzada que la anterior, la cual consiste en que “El calanchín” es muy conocedor del tema y se la juega con su conocimiento e intuición apostando por uno o más concursante que les ve opciones de ganar, a quienes aborda y ofrece sus servicios para una supuesta intermediación con el jurado o con los organizadores para que su cliente se lleve el premio, en este caso “El Calanchín” nunca hace contacto con la otra parte y simplemente si su cliente gana, él cobra la coima y no la comparte con nadie.Lo más terrible de todo este entramado de corrupción es que en el medio de todo el barrullo se encuentran personas honestas que nada tienen que ver con el asunto y que en ocasiones llevan la peor parte, porque son los señalados de gestores del supuesto negocio.

Lastimosamente donde hay dinero hay corrupción, luego entonces tenemos que buscar fórmulas para atacar el problema, una de ellas podría ser no entregar premios en efectivo, sino en especie, y como decía El Cacique “Se las dejo ahí”.

Jorge Nain Ruíz
Columnista en El Pilón

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