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Así le ganó Julián Rojas la batalla a su adicción por las drogas

Julián Rojas recuerda que se coronó con acordeón prestado, cuando fue rey vallenato en Valledupar, en 1991. El acordeonero habla ahora de la batalla más importante de su vida: su rehabilitación a las drogas. (Ver también: Así perdió Juancho Rois en el Festival Vallenato)

Julián Rojas ya no busca acordeones prestados

La anécdota es leyenda: Juancho Rois, en lo alto de su carrera, concursaba y Rojas lo asesoraba. Rois le propuso que compitiera y como no tenía acordeón, le prestó uno. Ya en la competencia, Rois tocó como quiso y no según las normas del festival y Rojas se coronó rey vallenato, con acordeón prestado. (Ver también: “Pasé toda una noche estampándole 400 camisetas a Juancho Rois”: Julián Rojas)

Detrás estaban las adicciones de Rojas, que le impedían conservar sus instrumentos. Ahora, cuenta su experiencia de rehabilitación: “Trabajamos en convenio con la Fundación La Luz –dice–, porque nuestro folclor tiene mucho problema de alcoholismo y drogadicción. Y hay un tratamiento para reestructurar el camino y vivir el día. Así ando yo. Esto me pasó y no me da pena comunicarlo”.

¿Cuántos años estuvo en la adicción?
Muchos años. Tocaba desde los 5 años. A eso de los 13 o 14 años empecé a tomar y a ‘necear’ y eso siguió. Pero no era solo yo, aunque hablaré solo de mí: el problema fue combinar el licor con el trabajo y la adicción. Entré a tratamiento y estoy tranquilo. Vivo solo por hoy, apegado a Dios.

¿Siguió en competencias después del Rey de Reyes?
Participé en otros festivales, pero hace un tiempo que no volví, porque me los he ganado todos. Mi récord es de 51 primeros puestos, dos segundos y cuatro terceros.

¿Cuántos acordeones tiene?
Cinco. Con uno de esos gané el título de Rey de Reyes en Villanueva. Era de un amigo, Rafael Porto. Me lo prestó para tocar en la final. Con los años nos encontramos y me lo regaló. Todos mis acordeones tienen valor porque me he esforzado para tener instrumentos propios. Antes los descuidaba, tenía un acordeón y a veces no tenía.

Andaba con acordeón prestado…
Sí, llamaba al uno y al otro. Ahora tengo mis acordeones lustrados. Es importante contar mis vivencias, son un mensaje para prevenir. La Luz se unió con la Fundación Cuna de Acordeones para regalar seis becas a artistas que deseen rehabilitarse. Quieren hacerlo en tarima…

¿Sabe quiénes?
No, esperamos que se desenmascaren, esperamos que tomen conciencia. Uno comienza muerto de la risa con la droga en el bolsillo y termina limpio y llorando. Un tratamiento vale 10 o 15 millones de pesos. ¿Sabe lo que es que le regalen eso? Y es para enfilar la brújula hacia este hermoso privilegio: la vida.

Liliana Martínez Polo
El Tiempo, 20 de septiembre de 2013

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