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Los artistas vallenatos que escucha J Balvin

La frase de “este es el negocio, socio” no es gratuita en la vida de J Balvin, a quien, dice él, lo siguen llamando José Álvaro Osorio Balvin. Para este estudiante fugado de Relaciones Internacionales, aspirante alguna vez a médico, y quien fuera en su adolescencia rockero y rapero, el negocio estaba en el reguetón.

¿Cuando llega a su casa cómo lo consienten?
Con comida, abrazos y palabras de motivación. Las de mi madre marcaron mi vida. Hay padres que, sin querer queriendo, programan a sus hijos para no ser exitosos. Mi madre me programó para que yo hiciera mi sueño realidad con una fe increíble, me hacía sentir que yo era exitoso cuando no me conocía sino ella. Se lo agradezco. Desde que tenía 12 años me dijo “Tú vas a ser grande entre los grandes” y todavía no lo soy, pero ahí vamos.

¿Fue un amigo quien le puso J Balvin?
Fat Al, un amigo que conocí en Medellín, pero vivió en Miami, actual bloguero de tenis, que quiero muchísimo, estábamos desesperados buscando un nombre y terminamos eligiendo lo más sencillo, el nombre y el apellido, J de José y Balvin, de mi segundo apellido.

¿Quién le pone los pies en la tierra?
Tengo muy buenos amigos, y no que a todo me dicen que sí, si es no es no y me lo dicen, no tienen ningún interés y no reciben nada de mí, sino afecto y cariño. Mi padre, mi madre, mi círculo social que es muy cerrado me dan apoyo todos los días y me mantienen con los pies en la tierra.

¿Fácil pescarlo cantando despecho?
Sí, de Pipe Bueno, y de vallenato todas las de Silvestre y de Pipe Peláez. Admiro la buena música y los líderes reales, no inflados o impuestos.

¿Y despechado qué escucha?
Hace rato no estoy despechado, prefiero no escuchar música, cuando uno está despechado todo le sale, hasta “si te gusta el reguetón, dale”.

Vanguardia

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