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VALLENATO Y FARÁNDULA SE PUEDEN CONCILIAR.

fama valenato

En la columna que escribo en el diario ADN publiqué, hace unos días, cómo he visto el crecimiento del vallenato en materia de difusión y cómo se ha ido acercándo al estándar internacional del «show bussines», aunque, todavía (si se compara con lo que han logrado la salsa y el merengue) le falta mucho.

Hablaba en la columna sobre lo que me alegra ver artistas vallenatos mojando páginas sociales y pocos días después celebré haber encontrado en una revista Jet Set vieja los perfiles de Jorge Celedón, Silvestre Dangond y otros. El mismo sábado, Celedón -perdonen que lo nombre tanto pero qué hacemos si el hombre es una celebridad nacional- apareció en las páginas sociales de EL TIEMPO (aclaro que en eso no tuve nada que ver). Y un día atrás, en una nota que sí escribí yo, salió la historia de los pormenores de su video nuevo. Lo comenté en este blog y de pronto aparece un comentario de un señor que se declara indignado el cariz de farándula del artículo.

Lo comprendo, está nostálgico de las épocas en que el vallenato estaba menos contaminado de influencias mediáticas y no tenía visibilidad nacional. Me da la impresión de que no es el único que lo siente. Es como cuando un hijo se crece y se independiza y empieza a jugar con unas reglas diferentes a las de sus padres. Yo no creo haber descuidado ninguno de los aspectos del género. A la par que celebro su incursión en la farándula y el tratamiento de estrella pop al que se encaminan algunos artistas con la intención de llevar esta música más allá de nuestras fronteras, también estoy pendiente de las leyendas del folclor y de destacar su obra.

Puede ser que haya elementos más light ahora en esta música, pero en vez de satanizarlos, la clave para avanzar es utilizarlos como herramientas para un fin que es el de elevar el nombre de esta música en el exterior. Claro, siempre y cuando el artista nunca pierda de vista que el cimiento del reconocimiento es su calidad musical.

No quiero decir que toda la música vallenata tenga que transar con lo foráneo y deformarse. Pero sí puedo decir que hay canciones que pueden funcionar como puertas de acceso a nuestra música. Como cuando se oye alguna pieza que gusta de un artista desconocido. La canción llama la atención y te hace buscar qué más hay de ese artista. Puede haber temas que causen impresión en la gente sobre el vallenato y los lleven a investigar. He conocido fans extranjeros del vallenato enloquecidos con la música más autóctona y casi todos llegaron porque oyeron primero algo más «comercial» y se dejaron cautivar.

No estoy para extremismos. Obviamente, por definición, un periodista tiene que estar pendiente de la novedad. Pero no quiere decir que no haya buscado mecanismos para exaltar a las leyendas o mostrar lo autóctono, cosa que es mi prioridad en los tiempos de Festival, por ejemplo. Sin embargo, cada cual ve y lee lo que quiere ver y leer también, como Jorge Oñate: Es de los artistas clásicos que más he promovido en el periódico, al que más páginas de domingo le he dado a lo largo de estos años y de pronto me lo encontré en un aeropuerto y al verme me reclamó airado diciéndome que yo era solo «nueva ola». Traté de explicarle que iba a hacerle un perfil para la serie «Leyendas en EL TIEMPO» (una serie permanente, aleatoria en cuanto al género, que destaca la trayectoria de los grandes de la música colombiana en la que ya incluímos a Leandro Díaz y a Gustavo Gutiérrez) y en lugar de oírme, me dijo: «Afortunadamente tú no eres la dueña de EL TIEMPO». ¿Qué se le contesta a eso? Dejar a cada cual con sus pensamientos.

A continuación les dejo una copia de la columna publicada en ADN el primero de septiembre.

HACIA UN VALLENATO MÁS GRANDE

El vallenato ha sido mi consentido por años. Recuerdo cuando era noticia que dos o tres artistas del género usaran ropa de diseñador y dijeran que iban a romper con la imagen del vallenato desabrochado, lleno de cadenas y borracho en tarima. Recuerdo también cuando registré que algunos artistas -como Jorge Celedón- empezaron a trabajar para que las giras a Estados Unidos no se centraran solo en la colonia colombiana, sino en cautivar al público latino.

Tengo un blog especializado en el tema (tiene cuatro años) y uno de los primeros comentarios que me hicieron rezaba: «Un blog de vallenato es más corroncho que un vallenato nominado al Grammy». Era cuando no existía la categoría vallenata y la crearon a los pocos meses. Entonces, soñaba con ver a los vallenatos disciplinados codeándose con las estrellas pop. Cuando se hizo el primer concierto de Nuestra Tierra, la noticia era señalar a Kaleth Morales como el único vallenato invitado. Dos años después, el concierto estaba atiborrado de vallenatos. Otra de las cosas que quise ver y vi fue a los vallenatos en las páginas sociales, no como los tipos invitados a divertir al jet set sino como parte del jet set mismo. Ahora, el sueño es que sus artistas eleven el nivel de sus presentaciones ante el público. Que nos presenten conciertos con la misma factura que los presenta un Juan Luis Guerra. Quiero ver luces, pantallas, espectacularidad. No es imposible.

Por: Liliana Martínez Polo.

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