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Franklin Moya, más que un «perro sinvergüenza»

Regresando del campo a lomo de burra, Franklin Moya derramó la leche que debía llevar a su humilde casa. La tristeza por el accidente que pudo evitar y la incesante amargura de su mamá, quien se desahogaba regañándolo con ira de general derrotado, lo llevaron a componer los primeros versos de su vida, en su natal Cañaverales, corregimiento del sur de La Guajira.

Las palabras que enlazó fusionando dolor, ingenio y sensibilidad, dieron como resultado un merengue que se entona entre caja, guacharaca y acordeón:
Yo venía de Sabaneta, en la burra de Doña Marcia y llegando al ‘Sequioncito’, me ocurrió una desgracia.

En un hoyo muy profundo, la burra se tropezó y al verse el tanque roto, la leche se derramó.

Era un niño de nueve años y, desde entonces, prefirió contar sus penas y alegrías a través de la música, en vez de llorar, literalmente, sobre la leche derramada.

“Ahora lo recuerdo como algo jocoso, pero desde ahí comencé a crecer como compositor hasta llegar a cantar”, cuenta con nostalgia este cantautor de 47 años, cuyas letras se han hecho famosas, gracias a intérpretes como Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Beto Zabaleta, Miguel Morales y Farid Ortiz.
“Me han grabado más de 90 canciones. Hay gente que dice que la más famosa es el Perro Sinvergüenza, cantada por Diomedes, otros que Lluvia de Mujeres; para mí todas son importantes”, agrega con emoción.

Muchas son las preguntas que fluyen al imaginar qué habría pasado si aquella burra no se tropezaba. Unos dicen que el folclor vallenato hubiera perdido a uno de sus compositores más suspicaces. Quizás otros se quejarían de no haber conquistado al amor de su vida, porque faltó una canción que aún no estaba escrita.

Pero más allá de lo que ocurre por esa fuerza incomprensible llamada destino, todo indica que Franklin Moya nació para ser compositor y por eso vio la luz justo en un pueblo de pocas calles y mucha arena, futbolistas talentosos que no son descubiertos, niños que crecen abrazados a la pobreza y sólo 430 casas.

Pero en medio del agobiante calor y el olvido de la mayoría, ese remoto lugar guajiro, que está más cerca de Valledupar que de Riohacha, goza de un manantial de aguas cristalinas, en el que los novios se juran amor eterno. Así describe, con la alegría juvenil que mantiene, el sitio más bello de su terruño y fuente de su inspiración:

Es un manantial profundo  Que tiene Cañaverales Y todavía no he visto iguales Ni siquiera en todo el mundo.

La consagración. Aquel don para improvisar y tomar de la nada palabras para cautivar se fue madurando por la práctica constante que hace al maestro. Creció como compositor y ganó 118 festivales de piquerIa en toda la Región Caribe.

Más allá de las tarimas de pueblo y de los amores de juventud, la fama estaba asignada para un futuro no muy lejano. Comenzó a comprenderlo, cuando Farid Ortiz, quien en los 80 era una promesa del vallenato, grabó ¿Quién Fue?, la primera melodía de Moya que fue llevada al acetato.

Desde entonces, escuchar sus composiciones a través de la radio y verlas convertidas en videos musicales se volvió habitual. Pasando por La indecisa, que interpretan ‘Los Diablitos’, hasta el conocido Perro sinvergüenza, entonado por Diomedes Díaz cuando posaba sobre la cúspide.

“Cuando apenas quería conquistar a la que ahora es mi esposa, ponía las serenatas para la casa del vecino porque mi suegra no me podía ver, decía que yo era un perro sinvergüenza. La cosa después cambió y desde que entré a esa casa no he vuelto a salir. Y ella es la mejor suegra del mundo”, recuerda Moya mientras ríe.

De sus vivencias también surgió Lluvia de mujeres, cantada por Beto Zabaleta, curiosamente también alrededor de su esposa. “Me dijo que estaba cansada de que me la pasara en fiestas y que se iba para Venezuela. De ahí salió la letra que todavía es éxito”.

No me harás mucha falta Márchate si tú quieres Que una lluvia de mujeres  Es lo que me amenaza…

y se lanzó a cantar…

La dura realidad de los compositores de la música colombiana, también arropa a Franklin Moya. Las regalías pagadas por Sayco no le alcanzaron para asegurar el pan de cada día y buscó entonces aumentar su fama y ganar dinero subiendo a los escenarios. “Los que ponemos la materia prima somos los compositores, pero recibimos un porcentaje bajo por la venta del disco y ahora la gente compra los piratas”, afirma con algo de resignación. Conformó junto a varios parientes la agrupación ‘Los Moya’, de la que es el cantante y llama la atención del público mucho más por sus peculiares pases al bailar, que por su tono de voz. “A la gente le gusta mi actuación, puede que no sea un gran cantante, pero les agrada cómo me defiendo en la tarima”, admite.

Concierto de Franklin Moya intepretando sus éxitos «Humito pa alla», «La gemela», «Perro sinverguenza», «La cadena de la deuda» y «Lluvia de mujeres»
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=2MjtIXycHy4] Fuente

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La sorprendente respuesta provocó todo tipo de comentarios.

5 Comentarios

  1. Quiero aclarar que esta nota fue escrita por Wilhelm Garavito en el diario EL HERALDO…

  2. Si sr, ahí se citó y enlazó la fuente!

  3. Está el crédito del fotógrafo. Mi nombre no está por ningún lado. Tenga en cuenta además que arriba dice: Por Jota Florez Jaramillo, es decir, da a entender que el mencionado es el autor de la nota.

  4. Debajo del video dice «Fuente» y está(ba) enlazado como su nombre lo dice con su FUENTE original

  5. No es suficiente. Eso no es visible. Lo que está visible es el nombre tuyo. Nadie mira eso de fuente. Te agradezco que hagas visible el nombre del autor real o quites la nota del portal. Muchas gracias…