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El más joven y el más viejo de los participantes del Festival Vallenato 2011

Hernando Botello, de ocho años, y Marcial Luna, de 63, se convirtieron en el más joven y el más veterano de los acordeonistas que participaron en la edición 44 del Festival de la Leyenda Vallenata.

El concursante más joven del Festival Vallenato

Con un acordeón de juguete, que le regaló su papá cuando tenía 5 años, Hernando comenzó a tocar ese instrumento. Aquel detalle marcó el rumbo de la vida del niño samario de 8 años, que en la edición 44 del Festival fue el participante de menor edad.

Y aunque en su debut en el festival no logró clasificar a la segunda ronda, pues de 64 concursantes ocupó el puesto 45, su mamá dice que recibió los mejores comentarios de los jurados, quienes le dijeron que siguiera apoyándolo porque tenía madera.

En el colegio Diocesano San José casi todos los días lo regañan porque agarra el escritorio de la profesora como si fuera una caja, mantiene moviendo los dedos como si estuviese practicando los acordes de una nueva canción, y hasta utiliza su brazo para hacer con un lapicero las veces de guacharaca. “Cuando voy a recogerlo ni me bajo del carro, porque entonces la profesora comienza a ponerme quejas de que el niño está es en otro cuento, que no está pendiente del estudio”, Gina Camargo, quien junto a su esposo Hernando Botello apoyan totalmente a su hijo.

“La profesora me regaña mucho, me dice que tengo que cambiar, y yo le digo que cómo hago si eso lo llevo en la sangre”, responde Hernando.

Su ídolo es Alfredo Gutiérrez. Tanto así, que viendo videos en el portal Youtube ha comenzado a aprender a tocar el acordeón con el pie como lo hace el tri-rey vallenato. Y también lo hace poniéndose el acordeón sobre la cabeza.

Justamente en Carnavales lo conoció en un concierto en Santa Martha, y Gutiérrez le dedicó unos versos, que están publicados en Youtube y que Hernando se pasa mirando.

Ahora que ya regresa a su casa, el niño solo piensa en seguir aprendiendo a tocar la acordeón, para seguir con la carrera de concursos que inició en Valledupar.

Marcial es ciego y lleva 46 años tocando acordeón

Nativo de San Onofre, Sucre, pero residente en Montería, Marcial Luna se convirtió en el acordeonista más veterano de este Festival que acaba de terminar. Tiene 63 años y además es ciego, limitación de la que dice no ha sido obstáculo para aprender a tocar el instrumento y mantenerse con una trayectoria musical de más de 46 años.

Su inquietud por la música nace en Montería, donde su abuela le entregó como regalo una violina. Empezó solo a sacarle las primeras notas y cuando ya la dominaba, le dijo a su padre que su verdadera afición estaba en el acordeón.

Señaló que viniendo de la casa de un tío en San Onofre pasó por una parranda y escuchó a un acordeonista, se le acercó y le preguntó si tenía un instrumento que le pudiera vender, para su agrado el músico le dijo que sí, era un acordeón de dos hileras de botones y la compró en 120 pesos.

“Fue mi primer acordeón, en mi pueblo no había  intérpretes así que aprendí solo. En 1964 ya tocaba con seguridad, desde entonces estoy interpretando este instrumento que se ha convertido en mi vida”, sostuvo.

“Soy uno de los acordeoneros más veteranos porque comencé primero que los que están actualmente en la nueva generación de la música vallenata, a ellos se les debe esta renovación, me siento contento con estos muchachos que se han encargado de que esta música siga adelante”, indicó.

Marcial Luna ha participado en 19 oportunidades en el Festival de la Leyenda Vallenata, nunca ha obtenido el título de rey, aunque ha estado a punto de lograrlo.

“Esto no me desmotiva, por el contrario regreso cada año porque sé que con mi participación le estoy haciendo un aporte a este bello folclor”.

Dijo que en 1989 cuando Omar Geles ganó el Festival pasó entre los cinco finalistas, lo mismo ocurrió en 1990 cuando el rey fue Gonzalo Arturo El Cocha Molina.

Aunque no es rey en Valledupar, si se coronó como soberano en El Festival de san Juan de Urabá y fue segundo y tercer puesto en dos oportunidades en el Festival Sabanero que se realizaba en Sincelejo.

“La música es de oído”, señala al precisar que el haber nacido ciego no le impidió convertirse en un hábil intérprete del acordeón. “Yo como que salí muy bueno para eso, aprendí a tocar solo y ahí seguí para llegar al  lugar en que me encuentro”.

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