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Dos maneras de sentir el Carnaval

Sebastián de Ávila es ciego de nacimiento y de sus 45 años de vida, lleva 22 tocando el acordeón en el grupo musical que acompaña la danza soledeña El Imperio de las Aves.

Con esos 22 carnavales a cuesta se siente feliz y no cambian ningún día de su vida por todo lo que siente y experimenta en los dos desfiles más importantes de la Vía 40, marchando bajo el inclemente sol y sacándole al acordeón una melodía pegajosa que estimula a una veintena de disfraces de pájaros, de diferentes especies, a danzar en armonía.

Aprendió por sus propios medios a tocar el acordeón en su natal Fundación, pero desde que su familia se radicó en Soledad perfeccionó más su habilidad para ganarse la vida con su cuñado y sobrino tocando en fiestas y serenatas.

Carmen Berdugo, propietaria y gestora de la danza El Imperio de las Aves, del barrio Villa Soledad, consciente del esfuerzo por la pobreza de su empresa cultural, matriculó a estos tres músicos para que cada año amenizaran el recorrido en la Batalla de Flores y en la Gran Parada.

Y desde sus 23 años Sebastián se sacia hasta el delirio de todos los sonidos que le ofrece el Carnaval en su recorrido por la Vía 40. Todo lo oye y lo siente en sus pies. “Me siento feliz porque aquí todo es paz, alegría y mucha música”, dice.

Siente con mayor fuerza que nadie en esos eventos de Carnaval el retumbar de los aplausos y el paso armonioso de los danzantes.
Mientras Sebastián de Ávila pasa tocando su acordeón, mirando al cielo y guiado por su hermana, el destacado pintor barranquillero Ángel Loochkartt, apostado en una esquina, bajo la sombra de un palco, y guiado por el frenesí de tambores y gritos de alegría, dibuja a toda velocidad bocetos de todo lo que ve.

Los colores, los movimientos, las figuras, todo lo que explota en su vista le hace mover a millón el lápiz sobre la hoja en blanco de su cuaderno. Es su manera de fotografiar el Carnaval durante la Batalla de Flores y la Gran Parada.

“Los Carnavales ha sido una constante en mi trabajo pictórico, por eso nunca me pierdo una Batalla de Flores ni una Gran Parada. Siempre encuentro disfraces que hacen alucinar del color que tienen, con este sol se ven más rutilantes estas obras y si a eso le sumas las danzas el garbo, todo es incomparable, nada que ver con los carnavales de Europa. Hago bocetos directamente de todos los personajes que pasan que más tarde me servirán de ideas para óleos que expresen movimientos y gestos a color”.

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Un comentario

  1. es digno de admirar el esfuerzo y sacrificio de este ciudadano y un ejemplo para las nuevas generaciones,que andan descarriadas que dios lo bendiga.