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La historia de la canción «Mi niño se creció»

‘El Flaco de Oro’, Gustavo Gutiérrez Cabello, el hombre que con su musa hizo posible que un día muchos pudieran inaugurar un pedazo de su corazón vallenato, y después de pasearse orondo por las canciones que hablan de naturaleza, de amor, de desamor y hasta de pedir con antelación que la violencia no llegará a su valle querido, tuvo la grandeza de dedicarle una canción a su hijo que se le estaba saliendo del entorno de su mirada.

Había crecido y era preciso ponerle un “tatequieto” cariñoso con uno de sus cantos. No fue tarea difícil porque en ese momento su único hijo colmaba todo. Era el patrocinador de sus alegrías y hacía posible que su sonrisa pusiera de fiesta su corazón, su alma y hasta su guitarra.

Él mismo se encargó de revelarlo. “Es que un hijo es la trampa para atrapar todos los sentimientos, es el beso que llena, las caricias cargadas de ternura y dulzura y el regalo que Dios tuvo a bien entregarnos”.

Hoy como ayer, Gustavo Gutiérrez volvió a tomar su guitarra y al lado de su querido hijo Gustavo José, entonó esa bella canción. Se emocionó como la noche que la escribió, y la tocó y entonces dijo que “nació hace 24 años cuando mi hijo Gustavo José, cumplió diez años de edad y sentí lo que les sucede a todos los padres cuando ven que los hijos comienzan a crecer y ya quieren descubrir su mundo por si mismos y no estar bajo el amparo de sus padres. En fin, es la etapa en que desean estar en la calle jugando con los amiguitos, empiezan a gustarle las muchachitas y entonces ese sentimiento que yo sentí lo plasmé en la canción: Mi niño se creció”.

Por primera vez declaró Gustavo Gutiérrez que “la canción dió vueltas y vueltas. Se la canté a Jorge Oñate y no le gustó, a Rafael Orozco, le gustó la música y me sugirió le cambiara la letra; Beto Zabaleta me la rechazó y un día se la canté a Poncho Zuleta y le fascinó. Poncho la grabó con Beto Villa en 1989”.

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Hermosa interpretación

Cuando está triste siento compartir el dolor ajeno
cuando está alegre descubro en el mundo todo lo bueno.
Cuando jugamos me hace sentir niño ratos felices,
un hijo alivia, reconforta el alma en las horas tristes.

Hace 23 años en la voz de Poncho Zuleta, esta canción comenzó a recorrer los caminos que conducen al corazón. Tocó las fibras del sentimiento, se convirtió en un abrazo cantado y en un poema que llegó directo al alma de todos los padres y de los hijos del mundo.

Gustavo Gutiérrez con todas las fuerzas del recuerdo juntas se atreve a decir que “Mi niño se creció, es una canción para la eternidad y a medida que pasan los años esa canción gusta más. Es de las canciones que más piden en mis presentaciones y noto que los padres se enternecen cuando la canto. Uno de los momentos más emocionantes fue cuando la canté en Monterrey, México, y al alcalde y a los presentes se le saltaron las lágrimas y me aplaudieron”.

En ciertos apartes de la canción Gustavo Gutiérrez le pide a su hijo que sea cantante o escritor famoso “ya que no tuve el talento justo a mis pretensiones”.

A esto el cantautor responde que  “la aspiración de todo padre es que sus hijos triunfen, se abran camino por si mismos y sean positivos y útiles a la sociedad.  Las pretensiones mías fueron más grandes de lo que soy. No quise ser compositor, pero me salió por mi frustración musical. Quise ser pianista, y mi papá no quiso y me tocó estudiar administración de empresas. Cuando mi papá, Evaristo Gutiérrez, vió mis logros como compositor se sintió orgulloso de mí y me apoyó.  Mis padres se llevaron para la eternidad un pedazo de mi vida y vieron nacer mis canciones”.

El cantautor Gustavo Gutiérrez se declaró un padre regular “porque no regaño a los hijos, los quiero mucho y soy muy condescendiente con ellos y para ser un padre perfecto hay que regañarlos y corregirlos”.

La melodía hace su rápido recorrido y vuelve a causar el mismo efecto. El hijo abraza al padre y se confunde en una sola alegría. Esa alegría no es nueva, nació en el mismo instante en que su papá le cantó:

Todo cambia con el tiempo y hasta yo me siento extraño
hoy el hijo que yo tengo cambió mi condición,
es lo hermoso de la vida, canta mi corazón.
 Ay, ay, ay, ya mi niño se creció por el patio ya no está.

Orgulloso de su papá

A sus 34 años Gustavo José Gutiérrez Baleta, de profesión ingeniero de sistemas y casado hace un año con María Claudia Córdoba, es un hijo noble y bueno que agradece a Dios haberle dado a su papá el talento necesario para hacerle esa hermosa canción.

Por eso recuerda la ocasión cuando la escuchó por primera vez: “Sentí una alegría tremenda porque al levantarme mi papá emocionado me la cantó.  Me siento orgulloso de ser su hijo y le agradezco haberme dado ese regalo tan especial, porque no solamente con esa canción me ha demostrado que me quiere mucho. Mi papá es una persona muy soñadora y aspiró a que yo fuera cantante o escritor famoso, pero no le he dado motivo para que no se sienta orgulloso de mí.  No heredé su vena musical, pero tengo su gran corazón”.

Él, se siente feliz de llevar el mismo nombre de su padre, aquel que supo ponerle al pentagrama el mensaje y las notas precisas impregnadas de sentimiento y con la dulzura necesaria para que se escondieran en los oídos de todos aquellos que Dios los premió con hijos, esos que alegran la vida con el simple regalo de sus sonrisas.

Escrito por: Juan Rincón Vanegas

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