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Los milagros del Old Parr

Cuando los irlandeses comenzaron en el siglo XII, a conocer las propiedades del Whisky llamándolo “agua de vida”, no imaginaron que la fuerza vital del precioso liquido le daría también bondades que algunos hemos llegado a considerar milagrosas.

Son conocidos mundialmente los beneficios que en el sistema cardiovascular produce el paladear diariamente un trago de buen vvhisky, pero muchos bebedores empedernidos al volarse la escuadra terminan casi siempre mostrando la cara adversa del saludable habito referido. Hace algunos años fue testigo de uno de los milagros de Old Parr.

Se moría el mes de enero de 75, anunciando la fiesta del algodón el 2 de febrero, en Cereté, Córdoba, la tierra del oro blanco. Los cereteanos apostatando del porro y el fandango reemplazaban los viejos discos de La banda bajera de San Pelayo por los flamantes Lps de los hermanos Zuleta que al grabar el paseo La polaca, del compositor lugareño Silvio Durango se robaron el corazón del pueblo que deliraba por verlos debutar en el patio sinuano.

El día señalado al filo del mediodía llegó el Copetran con la legión Zuletera a la residencia campestre, que don Oto Jiménez tenían en cercanías del pueblo. El espectáculo casetero arrancaba a las 8:00 p.m. y la puntualidad aún no desaparecía en los itinerarios de nuestras estrellas del canto vallenato.

La recepción parrandera que ofrecía el anfitrión se traumatizaba al enterarse los presentes que “El Poncho” no podría cantar esa noche, ya que éste llego con una severa afección bronquial y la amígdalas jugando de bola a bola por la inflamación, casi sin poder articular palabra y de ñapa medio delirando por la fiebre.

Consciente del compromiso que tenía por delante y dejándose llevar por instinto de su hiperactividad etílica, Tomas Alfonso pidió un trago doble de aguardiente con limón y sal que le zarandeó hasta el tuétano. Eran las 5:00 pm y después de haber despachado un par de piponas de antioqueño, Zuleta no experimentaba ninguna mejoría, pero si aumentaba el desconsuelo en el pueblo, donde la noticia hacia tambalear hasta la coronación de la soberana algodonera.

Oswaldo Esquivia “Baquique”, siempre recursivo y oportuno, mandó llamar a un medico recién llegado de la ibérica Universidad de Madrid, ilustre hijo de Cereté y conocido popularmente como “El Pollo Cevallos” quien fue recibido con un estruendoso aplauso digno del héroe salvador de la fiesta.

Después de auscultar cuidadosamente al paciente con un fonendoscopio español, sacó de su reluciente maletín de cuero también español un sobre de penetro, éste si colombiano y una botella de Old Parr, un whisky algo exótico en la época y con la seriedad propia del ecuánime galeno le sentencio al cantante: “El penetro refresca y el Old Parr es vasodilatador”.
Cuatro petacazos del escocés incluido el penetro bastaron para que la crisis bronquiobucofaringepulmonar de Poncho fuera arrumada y traducida en versos improvisados al eminente y capacitado discípulo de Hipócrates.

Tras una hora de intenso tratamiento, ya Zuleta cantaba deslumbrado a los contertulios al poder alcanzar sus registros altos de kikiriki gigante, difícil tarea para cualquier vocalista, pero que él realiza sin mayor esfuerzo con su garganta de acero, lo de pulmón le vino después. Era un verdadero milagro, gracias a esa perfecta combinación de ciencia medica e ingeniería etílica potenciada en la salvaje anatomía del hijo de Carmen Díaz, que pese al trajín y a los años sigue siendo una de las más cimeras figuras del canto vallenato.

La maravillosa formula del Doctor Cevallos tendrá necesariamente el reconocimiento de la parentela de don Tomas Parr, que allá en la lejana Escocia ignora por completo que en Cereté (Colombia) Jorge Negrete Abdala, nieto de María Abdala, la misma de la novela de Juan Gossain, es presidente honorario de la SADO, Sociedad de amigos del Old Parr, milagroso licor cuyo consumo es hoy tan habitual entre ellos como el del ñame y el suero.

Por su parte, Zuleta sigue fiel a los postulados del pollo y me consta que con ánimo buena fe siempre recomienda la milagrosa fórmula, para tratar desde la picada de culebra hasta migrañas, hernias y fracturas en el pie y asegura que ésta nunca le ha fallado a la hora de conseguir un sobregiro, tirar un varillazo o que le condonen una deuda bien añeja. El día que tengamos Grammy latino para los bebedores no creo que haya alguien capaz de bajarle a Poncho Zuleta el preciado gramófono.

Fuente: El Pilón

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