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Una maldición persigue a las «Diosas del Vallenato»

Aquí entre nos -como dice ella al hablar del asunto-, a pesar de que a las Diosas del Vallenato les debe tanto, reconocimiento y prestigio en el ámbito musical, llegó un momento en el que a Bau Gutiérrez le dio miedo de ese nombre. Sí, el de las Diosas. El motivo es más que claro y comprensible: tres de las integrantes han muerto y una de esas tres, tiempo atrás, había perdido a un hijo que llevaba en su vientre.

Digamos, de paso, que la tragedia se ha ensañado con el vallenato. No son pocos los personajes vinculados a este género, que han muerto en accidentes de tránsito.

Algunos de esos músicos desaparecidos en las carreteras del Caribe son: el cantante Adaníes Díaz(Pena y dolor), en 1983, quien encontró la muerte en el kilómetro 10 de la vía que de Valledupar conduce a Riohacha; el compositor Hernando Marín (La creciente), murió en carreteras sucreñas, en septiembre de 1999; Jesús Manuel Estrada, vocalista de Los Diablitos (Sueños de olvido), pereció en límites de Cesar y Santander, y Kaleth Morales (Vivo en el limbo) dejó de existir entre El Plato y El Difícil, en agosto de 2005.

En cuanto a Las Diosas del Vallenato, la primera en callar e irse de este mundo fue Patricia Teherán, la carismática vocalista cuya voz todavía se oye en emisoras y discotecas en la interpretación de temas como Tarde lo conocí.

A los 26 años de edad, pereció en un accidente automovilístico. Era el 19 de enero de 1995. Ella, emocionada, volvía de Barranquilla a Cartagena, después de firmar la participación de las Diosas en el Carnaval. Eran las 4:30 de la tarde. Al pasar por el sector conocido como Boca Tocino, Bolívar, el automóvil en que viajaba, un Mazda 626 azul de placas PB 6054, dio volteretas, tras estallar una llanta trasera, cuando, al parecer, iba a gran velocidad.

La cantante quedó viva, pero en el Hospital Universitario de Cartagena abrió la boca para hablar por última vez: “cuiden a mi hijo, que no vuelvo a cantar más”. Sufrió un paro cardiorrespiratorio y falleció. Ese mismo día, las Diosas del Vallenato iban a salir de gira por el Meta.

La segunda en morir fue Rosalba Chico, por una enfermedad, el 28 de diciembre de 1997. Precisamente, Rosalba, una de las voces corales, fue quien perdió a su chico antes de que naciera, una vez que venía en auto de una gira por Venezuela.

Y la tercera en morir fue la conguera Maryoris Mejía, en 2009.

Y así, con el peso de las tragedias caídas a un grupo que más que de compañeras era de amigas, a Bau le entró miedo de ese nombre.

“Fue horrible. Me entró miedo porque yo creo en la fuerza de las palabras -explica la cantante-. Así como la gente te envía bendiciones y estas te llegan, igual ocurre cuando te lanzan maldiciones o expresiones venenosas.

“Cuando murió Patri, la gente comenzó a decir: ‘claro, como se llaman las Diosas, se creen iguales a Dios y, por eso, Él las castigó. Fue horrible”.

Y la verdad, en 1994, luego de separarse de las Musas del Vallenato, la primera agrupación en que participó, Patricia se ingenió ese nombre, el de las Diosas, aludiendo a la mitología griega.

“Recuerdo que me dijo: ‘Bau, existen musas y diosas; nosotras vamos a ser las diosas’, pero en ningún momento había en su idea alusión alguna a la doctrina cristiana”.

Y aunque Bau no lo dice, a finales del siglo pasado, cuando la muerte se ensañó con las Diosas, no pocos seguidores del vallenato comentaban que este género era solo de hombres y daban a entender que esas desgracias eran una especie de castigo del destino por incursionar en un mundo que no era para ellas.

Bau grabó dos discos como voz principal de las Diosas, pero no fue un asunto fácil, según recuerda, porque la rubia intérprete de Todo daría por ti no se alejaba de su pensamiento.

Necesitó tiempo para reponerse. Se alejó de la música y hasta viajó a México a estar lejos del ambiente de siempre. No tenía cabeza para nada. Tras unos años de pausa, volvió a la música y siguió cantando en Cartagena.

Bau quiere voltear la página

Bau es una cartagenera que, por años, fue voz de las Diosas del Vallenato. Ese nombre, Bau, se lo puso la propia Patricia Teherán. Le dijo que Baudilia era demasiado largo para una artista; que sería más efectivo el de Bau.

Bau llegó al canto no por el vallenato sino por la música coral. Hija de padre santandereano, “celoso y sobreprotector”, y de madre bolivarense, amante de la música, hizo parte como mezzosoprano de la Coral Obertura Sinfónica, agrupación que dirigía Sandra Padilla Salcedo, y llegó a cantar zarzuelas.

El amor por la música, si bien se lo inyectó su madre, Rosa Salazar -quien de joven se le escapaba a su mamá para ir a las emisoras a participar en concursos de canto-, fue la maestra Padilla, quien lo acabó de madurar. Bau la veía componiendo y arreglando bambucos, boleros, sanjuaneros y estaba convencida de que ese era su camino.

Cuando la llamaron a hacer parte de las Musas del Vallenato, ella no veía para sí un futuro en este género musical. “Me gustaba parrrandeármelo, pero no cantarlo”, confiesa. Al principio estuvo como por estar, pues, al fin de cuentas, la música en general es lo más importante en su vida.

Como también había estudiado hotelería y turismo, “viajar es excitante para mí. Al llegar a cada pueblo o ciudad, pregunto a sus habitantes por los sitios de interés”. Los visita y, fruto de esto, le quedan cientos de fotografías, de las cuales, muchas están colgadas en facebook.

Recuerda a las Diosas con cariño. Patricia, a pesar de ser menor que las demás, parecía una hermana mayor. “Mantenía pendiente de nosotras, nos llamaba para saludarnos y saber cómo estábamos”.

Bau recuerda un consejo de su padre. Un artista no puede definirse como cantante de un género musical exclusivamente. Debe estar capacitado y listo para cantar diversos géneros. Por eso, no es extraño encontrarla cantando sones cubanos, boleros, guarachas, acompañada de conjunto de estilo antillano. Y, por supuesto, vallenatos.

Hace dos años comenzó un nuevo proyecto de música de acordeón con interpretación femenina. Vallenato de Mujer se llama el grupo, en el cual participan cuatro “exdiosas”: la guitarrista Margarita García, las cantantes Marta Prieto y Estrellita, y la timbalera Ludis Patricia. En un trabajo discográfico que preparan, titulado Con luz propia, ya Bau se gastó hasta la plata de la cuota inicial de la casa que pensaba comprar. Y no ha terminado. Le faltan dos temas y el video.

Lamenta que el público en general piense que a las Diosas las enterraron con Patricia Teherán. Quiere gritarle al mundo que ella está viva y cantando.

A terminar de hablar, Bau se despide dándote bendiciones. Al fin de cuentas, ella sabe que estas siempre te llegan.

“Cuando murió Patri, la gente comenzó a decir: ‘claro, como se llaman las Diosas, se creen iguales a Dios’”.

Fuente: El Colombiano

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