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Es indudable que la presencia de cualquier artista vallenato en tierras extranjeras está contribuyendo a conquistar gente de otras nacionalidades, gracias a la riqueza folclórica de nuestra música, pero la gran mayoría de estos jóvenes pregoneros ignoran por completo la difícil tarea que le tocó cumplir a los primeros embajadores musicales que con orgullo patrio viajan al exterior.
Quizás el primer registro importante en este campo le corresponde al caucano Jorge Monsalve “Marfil”, que en 1945 viajó hasta Argentina donde en unión de un venezolano con el remoquete artístico de “Ébano” conformaron el recordado dúo “Marfil y Ébano”, vocalistas estelares de la orquesta de Eduardo Armani, un gaucho con sentir caribeño, que realizó cerca de un centenar de grabaciones del cancionero costeño.
En el austral sello de Odeón se registró en las voces del mentado dúo el paseo “El Gavilán” de la autoría de Crescencio Salcedo. Ese mismo año, el representante en Barranquilla de la citada disquera señor Emigdio Velasco envió un acetato con el paseo “El hombre caimán” de José María Peñaranda, el cual fue grabado de inmediato por el maestro Armani con notables repercusiones en todo el continente y catapultado en la fama al ser llevado al celuloide en la película “Pasiones tormentosas”, que protagonizaron Crox Alvarado y María Antonieta Pons, en la cual el rumbero y cantante Kico Mendive, en complicidad con la cadera asesina de la Pons, justificaba la cola para la entrada al espectáculo.
Otras muestras de autores colombianos enviadas por Velasco a sui casa matriz donde otras orquestas argentinas se interesaron por ellas. Tal es el caso del son “La puerca”, creado por Francisco “Pacho” Rada, grabado por Eugenio Nobile y sus pupilos en ese mismo año 45, simultáneamente grabó también el mundialmente conocido son “Santa Marta” o “Santa Marta tiene tren”, descaradamente usurpados por el intérprete argentino que jamás piso un centímetro de tierra colombiana.
En 1947 el dúo Fortich y Valencia conformado por un cartagenero y un chocoano dejaba una estela de éxitos y virtuosismo en sus presentaciones a nivel nacional lo que motivó su viaje a la Argentina al ser requeridos por la R.C.A. Víctor de ese país.
Durante el traslado efectuaron escalas artísticas en Ecuador, Perú, Chile y –finalmente- Buenos Aires. Aproximadamente un par de años enfrentados a la impetuosa corriente del tango les dejó testimoniar sus brillantes logros desde el litoral a las Pampas con más de sesenta piezas grabadas, con abundancia de boleros, bambucos, porros y los paseos “Toño Miranda en el Valle” y “Yo Bailo Vallenato” de Guillermo Buitrago y Valencia, respectivamente.
El cantante barranquillero Luis Carlos Meyer, que en la época se fue a México en 1948 y con el aval del gran orquestador Rafael de Paz grabó también para la R.C.A Víctor, el paseo La historia de Rafael Escalona y el mismo son “La puerca” de “Pacho” Rada, adjudicándose su autoría canibalizando así el anterior y original registro del insigne plateño.
En el 49 la orquesta Billos Caracas Boys con la voz de Víctor Pérez en ritmo de picante guaracha disparo “El caimán” de Peñaranda, logrando el primer gran éxito caribeño de un pagina nativa del litoral colombiano.
A partir de 1950 varios tríos mexicanos y cubanos al igual que la sonora matancera se ocuparon del repertorio de Buitrago, José Barros y el maestro Rafael Escalona. Mientras la barranquillera Estercita Forero después de visitar en 1952 la República Dominicana, Puerto Rico y Nueva York se convirtió en la más auténtica embajadora musical que ha tenido nuestro país dejando en cada puerto notables grabaciones de aires vallenatos y costeños, trabajo emulado por la vedette currambera Carmencita Pernett, quien desde esos años se quedó para siempre en suelo azteca. En tanto que en la década del 60 las orquestas y combos de Venezuela hicieron su agosto con la riqueza musical del cofre vallenato pero los temas citados anteriormente fueron los primeros grabados con aire internacional.
Escrito por: Julio Oñate Martínez
Fuente: El Pilón
