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El Parque La Leyenda no puede ser botín de guerra

Cuando usted ingresa al estadio Nemesio Camacho El Campín de Bogotá, pagando su boleta, poco le interesa quién construyó el escenario, ni de quién es propiedad; lo que si le importa es que las instalaciones se encuentren en buen estado y que el espectáculo por el que pagó realmente valga la pena. Lo mismo ocurre con el Parque La Leyenda de Valledupar; propios y extraños reconocen que es el escenario de actividad cultural y folclórica más importantes del país y uno de los mejores de Latinoamérica. Hoy son muchos los colombianos que pueden afirmar que allí han pasado momentos inolvidables y que su infraestructura no tiene nada que envidiarle a los mejores escenarios del mundo hechos para esos menesteres.

Es de conocimiento público la encarnizada e interminable guerra entre el Abogado, Evelio Daza Daza, y la familia Molina Araujo, de la cual me he mantenido y me mantendré al margen, porque pienso que no le hace bien a ninguna de las contrapartes y porque creo que la inquina, el odio y el rencor hacen mucho mal tanto en la víctima como en el victimario y, de ñapa, a la sociedad.

Lo que nació como un pleito personal, hoy ha cobrado el carácter de social y tiene en cada uno de sus bandos gran parte de la población de Valledupar; incluso, me atrevo a afirmar que buena parte del país ya se está alineando; de un lado, se encuentran los Molina Araujo y aquellos que reconocen y valoran las proezas y ejecutorias de Consuelo y su familia, y de otro, los enemigos gratuitos que han conquistado los Molina Araujo; claro, también aquellos que ellos por su prepotencia han graduado con honores; pero lo más grave de todo esto, son las consecuencias y los perjudicados y víctimas que va dejando toda guerra.

Hay algunos que en principio no son actores principales de esa guerra y ya han pasado a la picota pública, como, por ejemplo, los concejales de Valledupar de la época, quienes estudiaron y aprobaron los acuerdos mediante los cuales se autorizaba el aporte del Municipio consistente en el lote donde hoy funciona el Parque de la Leyenda “Consuelo Araujo Noguera”, que es uno de los temas objeto del conflicto y el exministro y Director de Planeación, de aquel entonces, Juan Carlos Echeverri, quien dio visto bueno al proyecto y además autorizó los recursos provenientes de la Nación para la obra.

Ellos vienen siendo investigados por la Fiscalía General de la Nación y eso me parece bien; ojalá se conozca pronto el resultado de la investigación y se sancione a los responsables, si los hay; pero ya otro servidor público de la época está siendo castigado por el mismo tema, sin haberse demostrado su culpabilidad.

Al doctor Jhonny Pérez Oñate, ex Alcalde de Valledupar, y quien suscribió los convenios mediante los cuales el Municipio entregó el predio, la fiscalía le profirió medida de aseguramiento sin beneficio de excarcelación de carácter  preventivo y fue capturado mediante un operativo casi cinematográfico como si se tratara de un delincuente de altísima peligrosidad; llevado  de inmediato al bunker de la Fiscalía en Bogotá y luego trasladado a la penitenciaría La Picota, donde le tocó, según me cuentan, vivir en carne propia las condiciones infrahumanas, efectos de la desidia del estado en la política criminal y penitenciaria.

Yo no sé si el ex alcalde sea culpable o no de los delitos que se le imputan, como creo que tampoco lo sabe la fiscalía, ni soy abogado de oficio del imputado, pero lo que sí sé es que en Colombia de acuerdo a la Ley para los sentenciados se hicieron las penitenciarías y para los sindicados las cárceles, todavía no entiendo por qué a este ciudadano, que no ha sido oído y vencido en juicio, se le interna en la Penitenciaría la Picota de Bogotá, lejos de su entorno familiar y como si fuera el más peligroso de los delincuentes; ya he leído el concepto del denunciante Evelio Daza Daza, quien ahora se lava las manos diciendo: “Personalmente lo lamento, como quiera que Johnny Pérez ha sido utilizado, pero él no recibió prebenda económica alguna, fue utilizado y ojalá que dijera la verdad”, con lo cual demuestra su verdadero y principal objetivo.

El Parque la Leyenda “Consuelo Araujo Noguera” es y seguirá siendo patrimonio cultural, arquitectónico y folclórico de los costeños, independientemente de que su administración y propiedad sea del Municipio o de cualquier entidad pública o privada.

Escrito por: Jorge Nain Ruíz
Fuente: El Pilón

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