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«La gota fría» contada por Lorenzo Morales

Lorenzo Miguel Morales Herrera, tenía tiempo para tocar su acordeón, para dedicarles sus mejores versos a las mujeres, esas a quienes por una u otra circunstancia les dejó marcada su huella antes de poner el pie, pero a quienes también les dejó constancia escrita de los hechos que rodearon su vida.

Fue así como el martes 22 de marzo de 1994, en horas de la mañana, como solía hacerlo, se sentó a escribir su versión sobre la historia que conllevó a Emiliano Antonio Zuleta Baquero a escribir la canción ‘La gota fría’, donde ‘Moralito’ fue el protagonista principal.

En una hoja de carta con rayas, escribió en primera persona lo siguiente: “Un día fui a hacer una diligencia a Urumita, donde una señora llamarse Beba Bello. Cuando la gente se dio cuenta de la llegada de Morales a Urumita, inmediatamente le participaron a Emiliano y se fue formando una parranda, cosa que yo nunca la pensé, porque no fui en son de música.

Al fin, como de 7 o 8 de la noche Emiliano se fue y me dejó el acordeón, yo seguí parrandeando con los amigos y un poco tarde me acosté con el fin de viajar temprano, como en esa época no había carros, uno aprovechaba las horas de la mañana para viajá. Ese fue el motivo para mi contendor hacer la composición La gota fría”.

El recuerdo de ese hecho que logró el nacimiento de la canción vallenata más conocida a nivel nacional e internacional, y que en 1994 le produjo a su autor unas regalías por parte de Sayco del orden de los 83 millones de pesos, lo llevó a seguir escribiendo: “Él (Emiliano) dice que pasó un día por Güacoche y que no le había prestado mi acordeón, por eso es que yo le digo embustero, porque jamás le he negado mi acordeón a un compañero de música.

En Urumita nos volvimos a encontrar en una fiesta de la Virgen de Chiquinquirá, donde tuvimos una gran fiesta con los músicos de Villanueva. Ahí se encontraba ‘Chico’ Bolaño, un gran acordeonero, y él dijo que ya era bueno que se acabara esa piqueria que ellos nos reconocían como dos músicos iguales. Nosotros, no hemos tenido ninguna clase de violencia, hoy vivimos como amigos y compadres”.

De esta manera, ‘Moralito’, sin poseer una gran cultura académica, acostumbrado desde niño al duro trabajo del campo, situación que apenas le permitió aprender a garabatear unas letras sobre el papel, escribió sobre éste hecho que se convirtió en una canción que Gabriel García Márquez considera por su sencillez y preciosura literaria como el vallenato de todos los tiempos.

En cierta ocasión ‘Moralito’ se refirió a la canción de la siguiente manera: “Si analizan bien ‘La gota fría’, parece que fuera de mi autoría y hasta muchos todavía me preguntan eso, porque en todo el trayecto de la letra aparece es ‘Moralito’ como el inspirador. En fin esas son jocosidades de las canciones y en este caso soy solamente el protagonista, y de ella no obtuve ni un peso porque mi compadre Emiliano no es que fuera tacaño, sino olvidadizo”.

Los juglares Mile y Moralito, hombres de acordeón, canto y verso rápido recorrieron los caminos del Magdalena Grande, llevando sus mensajes musicales que con el paso de los años los convirtieron en grandes héroes del folclor recibiendo todos los honores.

El errante

Moralito, ‘El pequeño gigante de Guacoche’, nació el viernes 19 de junio de 1914 y falleció el viernes 26 de agosto de 2011, dejando un gran legado de historias y canciones, siendo la más destacada ‘El errante’, donde narró que le tocó vivir por distintos caminos por un amor que le ocasionaba demencia sintiendo que su corazón le titilaba y pensando que la criminal era la ausencia. Y como despedida le dijo a la mujer que lo cautivaba que no lo llorara cuando fuera difunto, que no le pusiera flores y menos que le guardara luto…

Con Moralito fueron muchas las jornadas de largas tertulias y siempre esbozaba frases que las había construido con mucho cuidado en su memoria y que eran claves para decir lo que sentía su corazón en ese momento.

Un repaso por el pensamiento de Lorenzo Miguel Morales Herrera, es el siguiente:

“El amor es como el combustible que se mete en el pecho y quema hasta el alma. Es una fuerza que no tiene contención hasta que logra llegar al cauce del corazón. Nadie muere por amor, y solamente sucede en las canciones y en las telenovelas”.

“Las mujeres son la esencia de la tierra y el alimento para el amor. El mundo sin mujeres hubiera sido un desastre. Claro, que todo tiene su tiempo, porque al día se le acaban sus horas, sus minutos y sus segundos, a los ríos les pasa la creciente y los momentos de ayer quedan dibujados en el álbum del recuerdo, y hasta las canciones están escondidas en los pliegues del acordeón”.

“Nunca olvido esos viejos tiempos. Había abundancia de alimentos, pero ya la cuchara está alta y no hay toldo pa’ tanta gente. Todo ha cambiado, de tal manera que el respeto y la prudencia pasaron a segundo plano, y la violencia toca a todas las puertas”.

En estos días por todas partes se menciona a Moralito, a través de la canción ‘La cosa sabrosa’ que le grabara Silvestre Dangond y donde el juglar sacó a relucir su ingenio para pedir con jocosidad en letra y música lo que al cuerpo le negaban en medio de los avatares del deseo.

La mujer que quiere al hombre le brinda todas las cosas,
pero el día que esta de malas parece que fuera otra.
No le brinda tinto, no le da la ropa, no le da comida,
porque esta celosa, ay todo se lo niega, le niega la cosa.

Juan Rincón Vanegas

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