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Los nuevos cambios que llegaron a la vida de Silvestre Dangond

“Un día me vi en el espejo y dije ¡no más!, y me convencí de que necesitaba un cambio”. La nueva vida llegó con el 2015. Silvestre Dangond le dio un giro a todo. “Tengo otros hábitos: hago mucho ejercicio, tengo buena alimentación, mucha tranquilidad y ahora soy hombre de cero trago y cero rumba; increíble pero cierto”. Y para que fuera evidente, empezó por su físico: “Me puse a leer una revista en la que decía que los japoneses cuando se proponen un cambio, lo primero que hacen es raparse para que eso se vaya viendo en la apariencia, y lo hice igual. Adiós, pelo, y desde el 16 de febrero, apenas terminó el carnaval (de Barranquilla) comenzó el cambio. Con el look vino todo lo demás. Pasé de no ojear ni un libro a leerme uno cada dos meses”.

Y como persona, ¿cuáles son los cambios?
Más allá de lo físico, estoy más que convencido de que la actitud te lleva a convertirte en otro. Esto es como una cadena: cambias tu apariencia en lo personal, en lo musical, y te conviertes en mejor ser humano, en alguien más agradable. Siento que estoy en una onda positiva.

Tiene fama de ser el chico rebelde del vallenato. ¿Ahora medita más las cosas, está más tranquilo?
No voy a dejar de ser rebelde. No voy a dejar de buscar el bienestar, no solo para mí sino para el género. Muchas personas no han entendido que algunas veces cuando hablo no lo hago solamente pensando en mí, sino en todos los que hacemos vallenato.

La rebeldía riñe con el positivismo y la amabilidad…
Una cosa es el modo de pensar y otra el modo de actuar.

Pero uno debe ser coherente entre lo que piensa y lo que hace…
Sí; sin embargo una cosa es lo personal y otra lo musical. Para mí, eso es diferente, y soy un chico enamorador, pasional, picaflor.

Dice que está entregado al ejercicio, pero se rumora que se hizo otra cirugía o un retoque…
Al contrario; si alguien se arrepiente hoy en día de haber entrado a un quirófano, ese soy yo. He encontrado en el deporte, en el cardio, en las abdominales, en el trabajo físico que sí se puede y que es cuestión de dedicación. Voy todos los días al gimnasio y ya es sagrado para mí. Tengo una rutina de tres horas con un entrenador personal. Hacer ejercicio da mucha hambre, pero estoy comiendo lo que me da energía y aprendiendo. Todo es costumbre, y además uno se va contagiando de la gente que está en la misma onda que uno.

¿Cuántas cirugías se ha hecho?
Solamente me he hecho tres, entre ellas el sleeve gástrico y una lipectomía.

¿Para qué le sirvieron las cirugías?
Sirven para alimentarte la autoestima. Verte al espejo y lucir bien te da seguridad para bailar, para cantar, para tener buenos pensamientos… Cuando uno está gordo, está cansado, perezoso. Apenas haces ejercicio comienzas a liberar muchas cosas.

¿También le funciona para liberar los malos pensamientos?
Creo que no se me van a quitar tan fácil; tengo que triplicar el ejercicio porque está complicado.

¿Cuándo asumió la rumba sin trago?
Eso va ligado al grupo de amigos con el que andas. Cuando tomé esta determinación de salir a tarima sin trago, lo hice convencido de lo que quería. El trago lo que te trae son amigos por doquier, porque si uno invita a un grupo de oración o a otros planes, la gente no te copia igual que cuando invitas a beber. Hay que pensar primero en uno, y eso hice. Pensé en el ejemplo que quiero darles a mis hijos. En casa todos estamos contentos con este cambio; además quiero retirarme a los 50 años, así que tengo que aprovechar los 16 que me quedan en la música.

¿Y cómo es la vida de artista sin trago?
Desde el 2 de enero no me tomo un trago. La última vez que lo hice fue en Riohacha, y pasé el Carnaval de Barranquilla superbién. Estoy muy contento. El público no lo nota porque llego sollado. A mí lo que me pone así es la música, las canciones y lo que me pidan se los doy en tarima. Hay un momento en que me igualo al público, pero sin licor, y me sollo. La adrenalina mía es inexplicable.

Está pidiendo la residencia para quedarse en Miami…
Vivir aquí no es un capricho. Estar radicado en Miami me ha convenido. He tenido contacto conmigo mismo, con mi familia y representa tener el ego bajo los pies. Vivir común y corriente es una terapia que me ha servido mucho. Estoy en un descubrimiento personal todos los días. Estar aquí con mi familia los fines de semana, que son los días que más trabajo y prácticamente los abandono, me ha hecho pensar en tantas cosas perdidas y en ese tiempo que tampoco se recupera nunca.

Con la gira que comienza también dará un giro, pero de 360 grados…
Se llama justamente 360 Grados porque es la primera y única de este estilo que hace un artista vallenato en Colombia, por la infraestructura y la dinámica del concierto. Será en una tarima giratoria y el público me verá desde todos los ángulos. Igual será con los músicos. Es algo similar a lo que hizo U2 hace unos años. Vamos a estar en todas las ciudades principales y en los municipios donde se pueda llevar este montaje. Es una gira con 45 fechas. Estaremos en nuestro país y en Panamá, Argentina, Chile, Venezuela y Estados Unidos.

Cristina Estupiñán
El Tiempo

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