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Alerta! Se debilita el Grammy de Vallenato/Cumbia

Durante nueve años, cada noviembre hemos tenido un artista vallenato galardonado en los Premios Grammy Latinos. Pero, en el 2015, estuvimos cerca de no tener nominados, ganadores y ni siquiera categoría. El motivo: debe tener mínimo 25 inscripciones y cerrado el plazo, el rubro de mejor álbum de vallenato cumbia que en otros años superaba los 60 CD, solo tenía 20 inscritos.

Esto alarmó al comité tropical del Grammy Latino, un grupo de músicos y conocedores de ritmos tropicales que se reúne de forma confidencial anualmente en Miami. Durante dos días revisan que los inscritos cumplan los requisitos: haberse grabado en el último año, cantar en español (o portugués) y que pertenezca al género musical que dicen representar. Oyen disco por disco y reubican los que están en el lugar equivocado (una vez el CD de un rey vallenato apareció en rock y fue enviado al comité tropical para ponerlo en su sitio).

Así que había 20 discos de vallenato y cumbia al comenzar el comité. Si persistía ese número (y podía disminuir si alguno sonaba más tropical contemporáneo o fusión), los artistas que enviaron sus CD, como Silvestre Dangond, Martín Elías o Daniel Calderón habrían tenido que competir contra ritmos que caen en el genérico de tropical.

El comité detectó algunas propuestas inscritas en otros rubros tropicales que cabían en la categoría, algunas fueron de cumbias que caían en tropical contemporáneo, quizás por exceso de purismo. Al final, la lista de entradas (no de prenominados, como dicen erróneamente) que recibirán los votantes para elegir nominados llegó a superar los 30.

El premio se salvó. Pero fue la primera vez que tuvo que “salvarse” o que la revisión se hizo bajo la tensión de que al vallenato le pasara lo que pasó con el merengue. En el pasado, Elvis Crespo o Wilfrido Vargas tuvieron trofeo propio, que dejó de existir por falta de inscritos. En el 2004 se combinó con salsa, luego se diluyó. Aún los dominicanos se lamentan. Para revivir su Grammy necesitaban más de 40 inscripciones en cuatro años consecutivos. Va una década y siguen intentando, incluso han propuesto el premio de “merengue bachata”.

“Así es –le escribió a EL TIEMPO, Gabriel Abaroa, presidente del Grammy Latino–, se necesitan cuatro años (para volver) y el consejo directivo se la pensaría mucho porque no toman en serio a categorías que lucharon para ser implementadas y los posibles beneficiarios no se interesaron en aprovechar”.

La información sobre el Grammy entre el mundo vallenato ha estado plagada de rumores. El año pasado decían que por rivalidades entre artistas, suprimirían el premio. Era falso. Para mantener una categoría se necesitan dos cosas: discos inscritos y miembros de la Academia Laras (Latin Recording Academy) que voten.

¿Qué pasa entonces con los artistas? “No es apatía, es miedo, porque a toditos les gustaría ganárselo –afirma Jorge Celedón, ganador 2007 y 2014–. Lo ven como una pelea: el que gana te golpea. Pero no se pierde nada, desde la nominación empiezas a ganar”.

Tampoco es falta de grabaciones. “Todas las semanas sale un disco vallenato –dice Peter Manjarrés, otro galardonado–. Lo que hay es desunión. Nadie se entera de nada y ahí pierde el género. Si se acabara la categoría sería un daño grande, porque el Grammy nos da internacionalización”.

Al ganar, dice Manjarrés, se elevó el precio de sus shows y ganó prestigio. “No imaginan las puertas que abre decir que uno es doble Grammy Latino”. Peter resalta que los artistas se encuentran mucho en aeropuertos y conciertos, pero no se unen para trabajar por el vallenato: “Ninguno le dice al otro: Mira, pasa esto. Si fuéramos unidos estarían hablando entre managers y artistas para que cada uno en sus grupos pague la membresía (y pueda votar) e inscriban discos”.

¿Problema de actitud? Celedón lo explica con anécdotas: Una vez un colega le dijo: “¿Tú si crees que es conveniente que vuelvas a ganar?” No es el único premiado que recibe estos comentarios y otros como: “¿Cuánto pagaste?”. “A ese me provocaba responderle: No, si los están vendiendo ahí en la esquina –revela Celedón–. ¿Oyeron a Miguel Bosé el año pasado cuando dijo: ‘Soy el artista que tiene el récord de perder’? Todavía no gana. Una vez me ganó Juan Piña, porque votaron por él”.

Celedón añade: “La academia es clara al decir que el ganador no es el más exitoso ni el más comercial, sino el que les gusta a los artistas, porque para votar hay que ser músico. Por eso da ‘cosa’ que a uno lo traten como si hubiera comprado el Grammy. He perdido y no he dicho nada, he ganado y he dado las gracias. Vamos a perder la categoría por esa actitud”.

Tampoco les falta a los artistas dónde informarse sobre inscripciones y membresías. Las instrucciones están en red, a un clic: llenar un formulario y enviar el CD por correo postal. El gasto es el costo del envío.

“Estamos para abrirnos puertas, no para cerrarlas –dice Celedón–. No volveríamos a cantar en la gala, porque el que no está nominado no se presenta. Hay lugares donde me dan reconocimiento más por lo que canté en el 2008”.

Felipe Peláez, ganador del 2013, tiene otra visión: “El vallenato es nuestra representación cultural por excelencia, es justo que sea merecedor de un Grammy –afirma–. Sería catastrófico si nos quitaran la categoría. Lo consideraría irrespetuoso por parte de la Academia, ya que uno de sus principios es el realce cultural de los países hispanos. Es más, el vallenato debería tener una categoría independiente, incluso diversificarla: no solo mejor álbum, sino mejor compositor, mejor video. Nos falta ese tipo de estímulos”.

Liliana Martínez Polo
ElTiempo.com

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