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Diomedes se accidentó en la carretera que conduce al corregimiento de Badillo y casi se mata. Se fracturó el séptimo arco costal interno con traumas adicionales en tórax y abdomen. La versión oficial difundida en los medios fue que una vaca se le atravesó al conductor de su camioneta en la oscuridad de la madrugada del 30 de octubre de 2012. El olfato popular no creyó del todo los datos periodísticos, y la realidad fue que no hubo vaca ni chofer.
El día anterior, Diomedes cumplía con intrepidez de contar un mes entero, dedicado al sistema solitario y desaforado de despachar una caja y media de whisky. Teníamos un compromiso en la discoteca Aguapanelas Internacional entre Chía y Bogotá, y Diomedes prometió viajar en el vuelo de la mañana, después en el del mediodía y cuando aplazó para el primer vuelo de la noche supimos que había regresado a la intransigencia de disfrutar de los privilegios de sus caprichos y ligerezas. Fue entonces cuando concibió ordenar a su chofer tomar la ruta al corregimiento de Badillo, a veinticinco kilómetros de Valledupar. Casi llegando, le ordenó al chofer cambiar de puestos. Tenía algo así como treinta años sin tomar el volante de un vehículo desde que se accidentó con el resultado de la muerte de su tío Martin Maestre. (Ver también: La trágica muerte de Martin Maestre, el tío de Diomedes)
El chofer ponderó, además de la impericia de su jefe, la circunstancia de que llevaba encima los efectos de la caja y media de whisky, así que tuvo el tino de desobedecer las instrucciones. Diomedes le propinó una bofetada y el conductor parqueó la camioneta a un lado de la carretera. Se quedó mirándolo con ganas de llorar, más por la humillación que por el dolor. Entonces sintió el segundo golpe pero esta vez con el puño cerrado. Se bajó de la camioneta con toda calma, le entregó las llaves a Diomedes y se sentó al lado derecho resignado con su destino.
Se le hacía inconcebible que otros vehículos fueran más adelante que el suyo, así que exigía máxima velocidad y eso fue lo que le imprimió a su camioneta esa madrugada. Diomedes siempre decía que delante de él en la carretera solo podía ir el capó del vehículo. Pasando el puente sobre el río Badillo, El Cacique tomó muy cerrada la curva y luego, asustado por la inminencia de lo que ocurriría después, giró el manubrio a la derecha y se dio cuenta de que se estrellaría sin remedio. Para corregir el error, giró a la izquierda y las leyes de la física hicieron lo suyo y la camioneta se inclinó del lado del conductor, dio una vuelta completa y se elevó tres metros y siguió en un movimiento alocado de rotación por ocho veces detenerse en una nube de polvo sobre las flores secas de los cadillos. La pérdida física de la camioneta fue del noventa por ciento.
El empleado de Diomedes salió de la camioneta con unos golpes por su estado general era bueno.
Diomedes fue llevado a la Clínica Valledupar por unos muchachos que modificaron su rumbo original a San Juan, en La Guajira.
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=ivk7WCNPmDk]Texto escrito por José Zequeda, exmanager de Diomedes Díaz. Tomado de su libro ‘Las Últimas Horas de Diomedes Díaz’.
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