ES EL MOMENTO CACIQUE.

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La generosa contribución artística que El Cacique de la Junta a través de sus canciones, su voz y estilo incomparables, le hace a nuestro folklore ha traspasado las fronteras del continente, siendo hoy reconocido como una de las figuras más populares del mundo latino.

Diomedes Díaz, el genial cantautor que nació en un pueblito hasta hace poco ignorado en nuestra geografía, apenas gateando le tocó alimentar las gallinas del corral materno, aprendiendo desde pequeño a ordeñar la vaca “moruna” para que sus hermanitos menores tomaran leche, que compartió con su progenitora el arte de tejer y vender mochilas para aliviar la carga familiar, que ya adolescente sufrió el escarnio de sus paisanos que lo ahuyentaban de las parrandas Junteras al pretender hacerse notar con su voz de chivato desafinado y que con una vieja bicicleta al hombro hacia mandados en una emisora de Valledupar, es actualmente un símbolo de nuestra música nacional.

Muchos, pero muchos años pasaran antes de que surja otro Diomedes con la misma popularidad, con el mismo talento artístico y con la misma voz privilegiada de perfecta dicción, ya sea en la canción romántica y delicada o en la entrañable y sentimental, hasta el frenético cumbión carnavalero que le han merecido por resonancia general de las masas el ser reconocido como “El Monstruo del Vallenato”.

Es posible que desde el punto de vista musical haya algún cantante cuyo timbre de voz sea mas melódico que el suyo, pero en aquello de trasmitir sentimientos él es único y hasta ahora irrepetible. Todo lo que él ha interpretado lo ha hecho con una maestría tremenda. Quizás algunas piezas cantadas por otros artistas no hubieran tenido el arraigo que causaron gracias a la calidez de su expresión. El ha sido una especie de rey Midas del canto vallenato, pues en algunas composiciones con poca fuera o débil impacto él ha sabido darles siempre lo que le falta para poder así llegar al corazón de la gente.

Algunos cantantes han hecho carrera privilegiando la grabación de temas específicos, ya sean románticos, costumbristas, jocosos o de crítica social, pero el hijo de Rafael y Elvira se especializó en cantarle no sólo a la hermosura de nuestras mujeres, sino a los negros, a los indios, al campesino, a los blancos, a sus familiares y amigos, a la virgen, al paisaje, al mar que baña nuestras playas, al cielo provinciano y a los pueblos y ciudades de la costa. En resumen Diomedes le ha cantado a la belleza de nuestra tierra con el cariño y entusiasmo que merece el folklore que lo ha consagrado.

Su música eternizada en mil grabaciones que altivamente viene del pasado, se ríe del presente y se atreve a desafiar el porvenir, perdurará en el gusto de la gente, merced a su excelsa magnitud de artista natural nacido en las entrañas del pueblo que lo muestra como un genuino y auténtico exponente del mundo vallenato.

Su vida llena de los más grandiosos éxitos pero también de amargos sinsabores ha llenado una época feliz para el vallenato y hoy como el ave fénix resurge nuevamente de sus tropiezos y calamidades con una producción musical bien lograda y sazonada con el acordeón del rey Álvaro López que ha llenado las expectativas de su gente. Es esa nueva oportunidad que la vida bondadosa en extremo con Diomedes le brinda para retomar la senda gloriosa del ayer haciéndole honores al folklore vallenato y a sus seguidores que todavía no obstante los errores del pasado lo sigan queriendo y admirando.

Es el momento Cacique, enganche!

Escrito: Julio Oñate Martínez