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Andrés «El Turco» Gil lleva 40 años forjando talentos

Andrés ‘El Turco’ Gil, el consagrado maestro del acordeón que ha despachado de su academia reyes vallenatos a granel en todas sus categorías, tiene una mirada serena, bondadosa, pasada de buena: unos ojos donde no encuentras una gota de malicia, como si el mundo en que se desenvolviera no fuera el crudo y real, muchas veces impío y canalla, que obliga a guarecerse de tempestades permanentes de infamia, traición, envidia y maldad.

“Soy un hombre de paz”, dice entre murmullos, con su acento villanuevero, adelantándose a la respuesta que antes de abordarlo buscaba el entrevistador, inquieto por los runrunes que alrededor de él se cuecen en Valledupar: que no cuenta con el respaldo de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, que por el contrario, lo tienen completamente ignorado, y que dicha corporación estaba tramitando documentos para que sus párvulos, los de su academia, Los Niños del Vallenato, admirados por el expresidente norteamericano Bill Clinton y huéspedes de honor de la Casa Blanca, figuraran a nombre de esa institución.

-¿Todo esto es cierto, maestro?

“Así es, pero como le digo, yo soy un hombre de paz, evito los litigios, las querellas y todo oficio jurídico engorroso. Cuando me enteré de que estaban en esas gestiones para escriturar a nombre de la Fundación mis Niños, más de un abogado me llamó para brindarme respaldo en la demanda. Pero yo soy un músico, un artista, un pedagogo, y a ese apostolado he ceñido mi saber y experiencia en los 40 años que llevo en Valledupar, al frente de mi academia”.

Talentos que florecen

Andrés ‘El Turco’ Gil (64 años, Villanueva, Guajira, cuna de acordeones) luce guayabera y pantalón de lino blanco, y unos zapatos puntudos del mismo tono que evocan las épocas movidas del Mambo Nº 5 de Dámaso Pérez Prado.

Su sombrero Panamá lo proteje a esta hora del medio día de un sol de canícula que reverbera en las instalaciones del Club Social Valledupar, en la antesala de la ceremonia de entrega de un aporte representado en 150 millones de pesos que hizo entrega el BBVA a los Niños del Vallenato, de manos de su presidente en Colombia, Óscar Cabrera Izquierdo, como respaldo económico a la escuela donde estudian y se preparan.

Los pequeños, la mayoría de ellos con el fuelle al pecho, vestidos a la usanza de los piloneros y piloneras de épocas pretéritas, ensayan los temas que interpretarán en el proscenio para esta fiesta blanca a la que ha sido invitada lo más graneado de la sociedad valduparense.

Ensayan con el oído ladeado sobre el instrumento, con un amor y una vocación que pone en guardia al más desprevenido: a los camareros que revuelan en la antesala del convite, a las damas emperifolladas, cosmetiquera en mano, que se acicalan para la gala, y hasta al personal de la gendarmería.

Héroes de la música

Estos chiquillos, contrario a los de las grandes ciudades que se aferran como orates a los monitores endiablados del play station y que pueden invertir días enteros en sus descabellados juegos de pantalla, tienen por únicos héroes a Alejo Durán, Luis Enrique Martínez, Emiliano Zuleta Baquero, Leandro Díaz, Juancho Polo Valencia, ‘Colacho’ Mendoza, entre otros juglares e intérpretes de ese mágico receptáculo de pitos y timbres fantásticos llamado acordeón.

Es la vida de ellos y a este instrumento se han acostumbrado una vez dejaron el tetero. Así, con esa pasión inconmensurable los ha educado y guiado ‘El Turco’ Gil a lo largo de cuatro generaciones que lleva promoviendo el folclore en la simiente pulpa de estos infantes que a una edad en que muchos de su edad están arrullando muñecas o trenzándose en guerras cibernéticas con paladines fosforescentes elaborados en la magia digital, se sienten orgullosos de ejecutar con admirable virtud páginas como: ‘Tierra de cantores’, ‘El cóndor legendario’, ‘Matilde Lina’, ‘039’, ‘Luna sanjuanera’ o ‘Bajo el palo e’mango’.

En esas se las ha pasado Gil, en un apostolado del docente que no espera otra cosa de sus pupilos que el amor y el respeto por la música, el aprendizaje a conciencia y la honestidad del artista: “De nada sirve ser el mejor si como ser humano eres el peor. A mis discípulos les enseño, a la par, a ser personas de bien y a querer el vallenato como el patrimonio más preciado, la herencia afortunada de nuestros ancestros”.

Reyes de su cosecha

De eso pueden dar fe Reyes de su mies como Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina (Rey de reyes), Sergio Luis Rodríguez (dos veces Grammy), Christian Camilo Peña, Gustavo García, Manuel Julián Martínez (acordeonero de Pipe Peláez), y de los más recientes: Fernando Isaac Rangel Molina (Rey vallenato 2012, acordeonero de Jorge Oñate), Fabio Villabona (Rey juvenil) y Mélida Andrea Galvis (Reina infantil).

El premio mayor para ‘El Turco’ es cuando uno de sus consagrados alumnos, como sucedió hace una semana con Fernando Rangel, lo visitó en su academia para darle un fuerte abrazo y agradecerle sus enseñanzas: “Eso es lo que más me conmueve: que los años de esfuerzos y sacrificios se vean multiplicados con creces: eso no tiene precio, y para uno como profesor es la satisfacción más grande”.

Por supuesto que esta misión ininterrumpida de graduar talentos en los últimos años, no hubiera sido posible sin el enorme respaldo de la señora Gabriela Febres-Cordero, madrina de ‘Los Niños del Vallenato’, alma y nervio de esta institución en los asuntos de relaciones públicas y los aportes monetarios. Fue por su mecenazgo que los pequeños genios llegaron a la Casa Blanca y enamoraron a Clinton, quien ha disfrutado de sus acordes y cantos en cinco oportunidades.

A ella se debe también la presencia de Los Niños en Arkansas (USA), cuando el expresidente George Bush donó una biblioteca en el marco de una fiesta a la que asistieron 30 mil invitados, entre personalidades del gobierno, reyes, duques y celebridades.

La dama en cuestión se ha apropiado de este madrinazgo con el amor y la vocación de una madre luchadora que aspira, contra viento y marea, y por encima de las dificultades y las ventiscas envidiosas, a sostener este proyecto, cuando se habla de niños de escasos recursos que llegan de la mano de sus padres a las puertas de la academia, ansiosos de aprender.

Buen corazón

Por eso, cuando aparecen donaciones como la que recién hizo el BBVA desde su programa de Responsabilidad social ($150 millones), o de otras corporaciones como Omega Energy Colombia; de la administración municipal de Valledupar o del departamento del Cesar, y del mismo Ministerio de Cultura, sin descontar alianzas que se aproximan como la de Luz Mary Guerrero Hernández (presidenta de Servientrega), a la señora Febres-Cordero y a su firme aliado en este compromiso, Andrés ‘El Turco’ Gil, se les humedecen los ojos de regocijo porque saben que podrán continuar su tarea de seguir haciendo patria, en este caso, sembrar la semilla fecunda del saber musical en sus niños.

“Que son mis hijos, todos ellos, alrededor de mil en la actualidad -apunta ‘El Turco’-, porque yo también cuando chico recibí esa bendición de mi gran maestro Antonio María Peñalosa (El Plato, Magdalena), quien me llevó de Villanueva a su casa de Valledupar, donde aprendí todo lo que sé. Lo que estoy haciendo desde hace cuatro décadas es honrar su memoria con este legado”.

El de Gil y sus retoños, un árbol frondoso y pletórico de frutos para la cultura vallenata, como el nuevo álbum que se anuncia, ‘Los Niños claman’, dieciséis letras de reconocidos compositores como Rosendo Romero, Emilianito Zuleta, Everardo Armenta y Avis Gil Barros, entre otros, y dos canciones ganadoras en festivales: ‘Ciegos nosotros’, de Adrián Villamizar y ‘Mi pobre acordeón’, de Félix Carrillo Hinojosa.

“Sí a mí el Festival de la Leyenda Vallenata me desconoce y me mantiene aislado, como ha sucedido en los últimos años, téngalo bien en cuenta, amigo periodista, que a mí Dios no me desampara. Estás hablando con el hombre más feliz del mundo, porque  tengo la conciencia tranquila y soy un hombre de paz”, concluye el maestro.

Fuente: El Heraldo

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Un comentario

  1. Carlos Martinez Malaver

    Siga asi maestro, usted tambien es grande entre los grandes. No se deje amilanar de los mafiosos Molina Araujo. Un Abrazo desde Ontario Canadá.